El Renacimiento fue una de las grandes épocas de la humanidad, y que para expresar toda la profundidad que encerraba necesitó crear gigantes, y los hizo.
Los grandes hombres del Renacimiento eran grandes por su inteligencia, por su carácter, por su pasión, por su sensibilidad. Eran humanistas, ante todo. Amantes del hombre y de todo lo que a él concierne.
La división del trabajo no había llevado aún a la especialización de las funciones que, en muchos sentidos, vuelve al hombre esclavo de la vida. Produjo el Renacimiento hombres excepcionales, uno de los más excepcionales, sin duda, fue Leonardo da Vinci. Se le conoce generalmente como un pintor de genio, y lo era; pero fue mucho más que un pintor. En él, por primera vez en la historia, se asocian, conscientemente, racionalmente, la conjunción de la creatividad, la inteligencia y la sabiduría.
Son estas capacidades las que queremos fomentar en nuestros niños, niñas y jóvenes, donde convivan el pensamiento y la acción; la teoría y la práctica; el arte y la ciencia; la filosofía y el impulso irrefrenable de transformar positivamente su mundo, el de hoy y el de mañana.